HABEMUS PREGONERO

Este fin de semana decidí hacer las maletas, coger algo de ropa, pocos complementos pero con mucho estilo e ir a Cádiz. Conté con algunos amigos (me faltó alguno, pero no me sobró ninguno) y cogimos carretera y manta, rumbo a los carnavales. Un año más me tocó escoger el disfraz y aunque suene pedante fuimos los mejores. Nadie se nos acercó en originalidad, y en puesta en escena por las calles. Resultado: la gente no nos dejaba pasar con las fotos y los videos.

Horas antes fuimos a la Plaza de San Antonio, que tenía mucha curiosidad por ver el pregón de Martínez Ares. Dicho acto comenzaba oficialmente a las 19.30, por ello nos fuimos una hora antes. Ya había gente a pie de escenario, pero aún así nos colocamos muy cerca de la primera línea. En dos pantallas gigantes a cada lado del escenario se nos ofrecía la belleza de Cádiz, simplemente precioso las 3 primeras veces que se repitió, las otras 1000 no había por donde cogerlo.

Como por desgracia es habitual el retraso se fue acumulando hasta tal punto que comenzó con una hora de retraso, por lo que se comprendieron perfectamente los pitos que se escucharon levemente al principio. Hay que cuidar a todos los aficionados y no se puede tener a miles de personas que abarrotaban la plaza y sus calles adyacentes esperando más de dos horas. De pena sinceramente.

Y al fin comenzó el pregón. Apareció Antonio vestido de pirata, con un maquillaje muy marcado, que denotaba el tono duro que utilizó en todo su repertorio como buen capitán pirata. Se sentó apoyado en un barril y cantó solo con su guitarra, pelos como escarpias. Todo el pregón estuvo basado en un musical, donde dejó entre líneas unos importantísimos leñazos en la parte teatral, sobre todo a los componentes de su antigua comparsa y al director (recuerda que ellos también han contribuido a tu éxito).

El guión fue bueno, muy bueno en algunos momentos, muy fino, para oídos abiertos y para no perderse ni un detalle. Y ¿qué decir de las actuaciones musicales? Empezaré por lo peor, mi paisano Queco. De vergüenza su interpretación de Llega a esta tierra un barquito. Nunca tuvo una gran voz pero además se noto que venía con la voz tocada, pero aún así tuvo poquísimo gusto. Sin duda lo peor de la noche. Más tarde Miguel Nández cantó la presentación de La Niña de mis Ojos y de esta misma agrupación otro pirata bordó la cuarteta del popurrí que hablaba de los balcones de Cádiz. Todos disfrutamos de estos dos artistas que pusieron el listón muy alto.

Otra pareja de piratas interpretó la rumba de Antonio de una forma peculiar pero muy emocionante llena de fuerza y de buen gusto. Además la acompañaron con una coreografía sencilla pero muy bien llevada a acabo. También cantaron una pieza inédita que Antonio escribió para Cádiz. Muy bonita por cierto. Finalmente Antonio recitó su propio testamento carnavalero y el gran Ramoni nos deleitó con la última cuarteta de la última comparsa de Martín Ares Calle de la Mar.

Y como fin de fiesta todos coreamos el tango Los duros Antiguos. Realmente de nuevo todos nos emocionamos. Reseñar a modo de resumen el magnífico trabajo de los músicos (parte del éxito también fue suyo) y del exquisito gusto del musical. Jamás estuve en Broadway pero creo que lo que sábado pude ver y escuchar en San Antonio fue lo más parecido en versión carnavalesca. Gracias Antonio siempre te recordaremos.

HABEMUS PREGONERO